C??mo es la “serpiente gigante” con la que cient??ficos holandeses quieren limpiar la gran isla de basura del Pac??fico

Cuando el adolescente holand??s Boyan Slat se ba???? en el mar en Grecia hace siete a??os, se sorprendi?? al ver m??s pl??stico que peces.

Qued?? tan consternado por la contaminaci??n que pronto comenz?? a hacer campa??a por la limpieza de los oc??anos.

Durante mucho tiempo, pocas personas lo tomaron en serio. No era m??s que un universitario irresponsable, con una idea descabellada que seguramente nunca funcionar??a.

Pero este s??bado, respaldado por una gran inversi??n y un ambicioso trabajo de ingenier??a, un enorme sistema de recolecci??n de pl??stico sali?? desde la bah??a de San Francisco (oeste de Estados Unidos) en ruta hacia la gran isla de basura del Pac??fico, ubicada entre California y Haw??i.

Hasta ahora, el foco de las campa??as para recolectar basura pl??stica ha estado en las playas, y ha consistido b??sicamente en reunir voluntarios alrededor del mundo para recoger bolsas y botellas de las costas.

Pero nunca antes alguien hab??a ido m??s all??: a tratar de limpiar el oc??ano desde dentro.

Algunos expertos se muestran esc??pticos con la iniciativa. Y, a pesar de las pruebas en el mar y las simulaciones digitales, nadie sabe si el experimento funcionar??.

Por un lado, algunos piensan que podr??a ser una distracci??n del problema m??s apremiante: detener el vertimiento de pl??stico al mar. Por otro, temen que la operaci??n pueda causar un da??o grave a la vida marina.

Pero Boyan y su equipo de la organizaci??n sin fines de lucro The Ocean Cleanupest??n convencidos de que la enorme cantidad de pl??stico en los oc??anos demanda acciones inmediatas.

Su objetivo es el Pac??fico oriental, en especial la gran isla de basura del Pac??fico, donde las corrientes circulares han concentrado una gran cantidad de pl??stico en una sola ??rea amplia.

El plan es reducir a la mitad la cantidad de contaminaci??n en esta zona cada cinco a??os, de modo que para 2040 casi todos estos desechos hayan desaparecido.

“Sentimos que tenemos mucha prisa”, dice Lonneke Holierhoek, directora de operaciones del proyecto.

Me encontrar?? con Holierhoek en la sede del proyecto, en Rotterdam (sur de Holanda), en oficinas que son mucho m??s grandes de lo que esperaba.

El gobierno holand??s es uno de sus principales patrocinadores, junto con algunas empresas e inversores adinerados.

El proyecto -con un presupuesto de al menos US$20 millones- ha pasado de ser la simple visi??n de un adolescente a una empresa internacional seria.

En las oficinas hay un leve olor a algas y basura.

Encima de los escritorios y el piso se observan cajas repletas de fragmentos de pl??stico, que fueron tra??dos del mar en expediciones anteriores y que suponen un recordatorio de la tarea que hay por delante.

“Si no lo hacemos”, me dice Holierhoek, “todo este pl??stico comenzar?? a descomponerse en pedazos cada vez m??s peque??os. Y cuanto m??s peque??as sean las piezas, m??s da??inas ser??n y m??s dif??cil resultar?? extraerlas del entorno marino”.

Holierhoek es una ingeniera que ha pasado las ??ltimas dos d??cadas de su vida trabajando en proyectos lejos de las costas. No es una activista, sino alguien con una gran experiencia trabajando con enormes estructuras en el mar.

Para ella, este proyecto es un esfuerzo decidido para revertir la marea de contaminaci??n. “M??s que hablar del problema o protestar contra ??l, se trata de resolverlo”.

El punto clave de este proyecto es que su sistema de recolecci??n es pasivo: no hay motores ni m??quinas. En cambio, su plan es desplazarse para recoger suavemente cualquier pl??stico en su camino.

La m??quina tiene la forma de una serpiente gigante y est?? conformada por secciones de tubos. Mide 600 metros de largo y flotar?? en forma de “U” gigante. Debajo de ella, colgar?? una pantalla de tres metros.

El objetivo es que el sistema de recolecci??n vaya guiando el pl??stico hasta formar una masa densa. Los peces deber??an poder nadar por debajo de ella y, dado que el dispositivo tiene superficies lisas, la esperanza es que ninguna especie sufra da??os.

Las c??maras a bordo de la m??quina tendr??n la funci??n de vigilar y, aproximadamente cada seis semanas, un barco viajar?? hasta ella para recoger todo el pl??stico reunido y llevarlo a tierra firme, donde ser?? reciclado.

El proyecto planea convertir todo el material recuperado en una gama de productos que se comercializar??an deliberadamente como “hechos a partir de pl??stico marino” y se vender??a a un precio superior.

Algunos expertos con los que he hablado temen que la vida marina pueda sufrir da??os.

Cualquier cosa que se desplace en el mar se cubre de algas r??pidamente, atrayendo plancton que a su vez atrae peces peque??os y luego peces m??s grandes.

De hecho, las flotas pesqueras industriales despliegan “dispositivos de agregaci??n de peces” para hacer el papel de se??uelo.

Lonneke Holierhoek tiene una respuesta para estos argumentos. Afirma que un estudio ambiental independiente encontr?? que este impacto puede ser minimizado, por ejemplo, generando un ruido justo antes de que el pl??stico sea recogido, para as?? ahuyentar a los peces.

Pero Sue Kinsey, de la Sociedad para la Conservaci??n Marina, se cuenta dentro de aquellos que no est??n convencidos.

Kinsey admira la pasi??n e inspiraci??n detr??s del proyecto, pero dice que podr??a ser da??ino.

“El principal problema son las criaturas que flotan pasivamente en el oc??ano y que no pueden apartarse del camino: una vez que est??n en este campo, quedar??n atrapadas sin poder moverse”, dice.

Tambi??n asegura que, en t??rminos de costo, es m??s efectivo limpiar las playas y centrarse en evitar que llegue m??s pl??stico a los oc??anos.

El profesor Richard Lampitt, del Centro Nacional de Oceanograf??a de Reino Unido, tambi??n aplaude el proyecto, pero reconoce que gran parte del pl??stico que se introduce en el mar se hunde con relativa rapidez, de modo que el esfuerzo no marcar??a una gran diferencia.

Lampitt tambi??n destaca la huella de carbono que implica construir los 60 los dispositivos de recolecci??n -como lo exige el plan-, y el transporte de los barcos en su ida y vuelta, todo para recuperar aproximadamente 8.000 toneladas de pl??stico al a??o.

“La relaci??n costo/beneficio no es nada atractiva”, me dice el profesor.

Uno de los cient??ficos del proyecto, Laurent Lebreton, dice estar convencido de que el esfuerzo vale la pena.

Para comprobarlo me muestra dos ejemplos de residuos humanos que tienen un impacto negativo en el mundo natural.

Una peque??a pieza de coral blanco ha crecido alrededor de las fibras de una antigua red de pesca, una imagen sorprendente.

Y en el borde irregular de una botella de pl??stico se ven inconfundibles marcas de dientes que dej?? la mordida de un pez.

“Los peces se tragan ese pl??stico y esos mismos peces terminan despu??s en nuestro plato. El pl??stico ha pasado a formar parte de la cadena alimenticia“, dice Laurent.

“Hay una soluci??n: primero es necesario asegurarse de que el pl??stico no entre en el entorno natural, y despu??s hay que recoger todo el que hemos acumulando desde la d??cada de 1950”, agrega.

Se necesitar??n tres semanas para que el sistema de recogida llegue a la gran isla de basura, localizada a unos 2.000 kil??metros de las costas de California.

Y este mismo a??o deber??an estar disponibles los primeros resultados de c??mo est?? funcionando el primer proyecto que pretende limpiar los oc??anos desde adentro.