“??Jes??s, va a funcionar!”, grit?? Christian Barnard tras 4 horas y 45 minutos en el quir??fano del Hospital de Ciudad del Cabo el 3 de diciembre de 1967.
El coraz??n de una mujer joven, v??ctima fatal de un accidente automovil??stico, hab??a sido trasplantado al cuerpo de un verdulero de 34 a??os, y segu??a latiendo. El destinatario vivi?? 18 d??as con su nuevo coraz??n.
Tres d??as despu??s, en el Centro M??dico Maim??nides en Brooklyn, Nueva York, se intent?? el segundo trasplante de coraz??n de humano a humano, esta vez entre dos reci??n nacidos. El destinatario muri?? seis horas y media despu??s de la cirug??a.
En ambos casos, la operaci??n se consider?? un ??xito, aunque el paciente muri??.
??Qu?? tipo de ??xito tuvo el trasplante de coraz??n en esos casos?
En primer lugar fue sin duda un ??xito t??cnico, quir??rgico: un coraz??n hab??a sido movido de un cuerpo humano a otro, y continu?? funcionando, al menos por un tiempo. Eso no se hab??a hecho nunca antes.
En segundo lugar, ese primer trasplante de coraz??n fue un gran ??xito publicitario, especialmente porque se trataba del coraz??n, el ??rgano m??s asociado con la pasi??n y la personalidad.
Por un tiempo, Christian Barnard fue el hombre m??s famoso del mundo. Adem??s, el trasplante de ??rganos humanos despert?? una enorme curiosidad, fomentando el inter??s en esta ??rea de innovaci??n quir??rgica.
??Pero fue un ??xito m??dico?
Dado el estrecho lapso de tiempo entre los dos primeros trasplantes de coraz??n de humano a humano, es claro que si bien pudo haber sido concebido como un procedimiento para salvar vidas a largo plazo, se trat?? principalmente de una carrera entre cirujanos para ser el primero en lograr que todas las t??cnicas necesarias funcionaran juntas.
Toda la cirug??a de trasplante hab??a sido as??: una competencia para superar los l??mites de lo posible entre diferentes equipos de cirujanos.
El cirujano se convirti?? en una suerte de h??roe que audazmente iba hasta donde nadie hab??a ido jam??s.
Y hab??a muchos cirujanos deseosos de convertirse en h??roes: en 1968, un a??o despu??s del trasplante de coraz??n pionero de Christian Barnard, hubo 102 trasplantes de coraz??n en 17 pa??ses. La mayor??a de las operaciones fueron juzgadas como exitosas, pero el tiempo promedio de supervivencia de los pacientes fue de 29 d??as.
Un surtidor de sangre
Como era de esperar, la visi??n del coraz??n del cirujano-h??roe no era la misma que la de los dem??s. Para Christian Barnard, el coraz??n era simplemente el mayor desaf??o:
“Para m??, el coraz??n siempre ha sido un ??rgano sin ninguna m??stica adherida (…), es simplemente una bomba primitiva (…). El individuo es el cerebro, no el coraz??n“.
Uno de los problemas con todos los intentos de trasplante fue el rechazo del ??rgano por parte del cuerpo del receptor.
Peter Medawar y sus colegas, inmun??logos pioneros en University College, Londres, decidieron abordarlo:
“Nuestra ambici??n era provocar por dise??o el fen??meno inmunol??gico que ocurre naturalmente, es decir, reducir, incluso abolir, su poder de reconocer y destruir tejidos gen??ticamente extra??os”, le cont?? a la BBC.
“La verdadera importancia del descubrimiento de la tolerancia inmunol??gica era mostrar que el problema del trasplante de los tejidos de un individuo a otro se pod??a resolver, aunque los m??todos experimentales que hab??amos desarrollado en el laboratorio no pod??an aplicarse a los humanos”, agreg??.
“Lo que establecimos por primera vez fue la posibilidad de derribar la barrera natural que proh??be el trasplante de tejidos gen??ticamente extra??os: algunas personas hab??an mantenido que eso, en principio, era imposible“.
La introducci??n de medicamentos inmunosupresores a fines de la d??cada de 1970 resolvi?? el problema y fue entonces que el trasplante de ??rganos se convirti?? en un ??xito en t??rminos m??dicos.
“La esencia final de la era tecnol??gica”
Un cirujano describi?? el trasplante de ??rganos como “el mayor avance terap??utico de la segunda mitad del siglo XX”.
Ciertamente su impacto es sorprendente, si se considera todas las innovaciones quir??rgicas involucradas, la cantidad de recursos empleada, la participaci??n de la investigaci??n y el inter??s p??blico.
Sin embargo, en t??rminos de terapia, aunque las operaciones ahora se han convertido en rutinarias y generalmente son exitosas ,el n??mero de pacientes que se benefici?? por esta tecnolog??a es relativamente peque??o.
No obstante, nos hemos ido amarrando m??s y m??s a las m??quinas en la medicina.
Nos hemos convertido en “la esencia final de la era tecnol??gica”, tal y como lo expres?? a trav??s de un poema un paciente frente a la m??quina de di??lisis que promet??a salvarle la vida en los a??os 70:
“??Aceptas a esta m??quina, en la enfermedad y en la salud, hasta que la muerte los separe?
Acepto.
Reclinado, en la silla de hospital verde nauseabundo.
Debajo de m?? ni??os, jugando en la calle;
Sobre m?? ancianos, muriendo de coronarias.
Soy la esencia final de la era tecnol??gica,
Carne unida con pl??stico, recipientes con acero,
Bobinas, alarmas, tubos retorcidos que se vuelven escarlata
En lo profundo de la m??quina sangre oscura
Mezclado con fluido, separado por celof??n, enchufado y encendido.
‘Querido Dios
Purif??came‘”.
La tecnolog??a, tan t??pica de las intervenciones m??dicas desde la d??cada de 1960, marc?? un cambio que todav??a estamos viviendo.
La medicina cient??fica se empez?? a desarrollar a comienzos del siglo XIX.
Se podr??a decir, tanto literal como metaf??ricamente, que la cirug??a de trasplantes es ‘medicina cient??fica con botones’: un trasplante de coraz??n en 1967 necesitaba alrededor de 15 personas y un cuarto lleno de m??quinas.
Eso est?? muy lejos del cirujano del pasado que sol??a trabajar con un pu??ado de herramientas y un asistente para sujetar al paciente.
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Lo que acabo de ver es..
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