La Audiencia de Navarra rechaza el ingreso en prisión de los condenados porque considera que no han variado las circunstancias por las que decretaron su salida de la cárcel.
Los cinco jóvenes españoles condenados a nueve años de cárcel por abusos sexuales en los Sanfermines de 2016, conocidos como “La Manada”, seguirán en libertad provisional en virtud de la decisión adoptada este jueves por los magistrados de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra.
Los jueces desestimaban así la solicitud de la fiscalía, de la acusación particular, del Ayuntamiento de Pamplona y del Gobierno de Navarra, que solicitaban la prisión provisional para los condenados. Este dictamen implica que la sentencia no se ejecutará hasta que se pronuncie el Tribunal Supremo. Si no hay novedad sustancial hasta ese momento, los cinco miembros jóvenes permanecerán en libertad, obligados a presentarse semanalmente a firmar en los juzgados.
Las acusaciones señalaron el pasado 26 de diciembre, en la vistilla previa, que existía riesgo de fuga y de reiteración delictiva, razón por la cual compartían con la fiscalía la postura de que los condenados debían empezar “ya” a cumplir la sentencia, dado que según su criterio “no hay ninguna posibilidad” de que haya modificaciones cuando el asunto llegue al Alto Tribunal.
El caso
Los hechos que se juzgan tuvieron lugar la madrugada del 7 de julio, la primera noche de los festejos de San Fermín de 2016 en Pamplona. Cinco hombres de entre 23 y 26 años tuvieron relaciones sexuales con una joven madrileña de 18 años. Los hombres grabaron las relaciones sin su conocimiento, le robaron el teléfono móvil y la dejaron en el portal medio desnuda. Cuando se vistió y salió del portal se sentó a llorar hasta que una pareja que se acercó a auxiliarla llamó a la policía.
Inmediatamente después la joven denunció los hechos a la policía y por la mañana los cinco hombres fueron detenidos por las fuerzas de seguridad.
Según la versión de la joven, conoció a los acusados de madrugada y se ofrecieron a acompañarla a su coche donde pensaba pernoctar y donde le esperaba un amigo. Por el camino la introdujeron en un portal a lo que ella no opuso resistencia porque no sabía lo que iba a suceder. Una vez en el interior todos tuvieron relaciones con ella, mientras se sentía intimidada por su superioridad numérica y prefirió someterse para no sufrir males mayores. La defensa de los condenados, sin embargo, siempre mantuvo que las relaciones fueron consensuadas.
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