Gonzalo Rigoni, dueño del salón Xanadú donde Jaitt perdió la vida, se refugia en su familia y espera novedades
El cuerpo de Natacha Jaitt es trasladado al cementerio de La Tablada (Nicolás Stulberg)
Gonzalo Rigoni, empresario, el dueño del salón de eventos Xanadú en Villa La Ñata, no necesitaba un abogado, al menos en rigor, no estaba imputado por ningún hecho, pero igual pidió uno de confianza. Sentado en una comisaría de la zona de Tigre en calidad de testigo en la mañana del sábado, Rigoni se aprestaba a declarar frente al fiscal Sebastián Fitipaldi. Lo acompañaban su padre, un hombre de avanzada edad, empresario como él, también estaba su hija de poco más de 20 años.
No era una situación fácil: a la 1:49 de la mañana, un llamado al 911 desde el Xanadú alertó que Natacha Jaitt estaba “desvanecida” en la suite del primer del salón, desnuda en una cama. Personal de la Policía Bonaerense y una ambulancia llegaron poco después. Jaitt no estaba “desvanecida”, sino muerta, con un rastro visible de cocaína en su nariz.
La autopsia posterior en la morgue judicial de San Fernando reveló una isquemia en su corazón visiblemente deteriorado, una hemorragia interna en sus trompas de Falopio que según investigadores del caso debería haberle causado un “dolor tremendo”. La síntesis de todo esto fue la falla cardiorespiratoria que finalmente le quitó la vida a Jaitt de acuerdo al estudio forense.
Este resultado, sin embargo, no es la palabra final: los estudios toxicológicos y anatomopatológicos se realizarán en los laboratorios de la Policía Bonaerense y sus resultados estarían disponibles para fines de esta semana.
Así, Fitipaldi, titular de la UFI de Benavidez, abrió su expediente: “Averiguación de causas de muerte”.
En la comisaría, el abogado le advirtió los riesgos del falso testimonio, le recomendó que no retacee información, que diga la verdad. No solo se lo advirtió a él, sino a Gustavo Bartoloni, “Voltio”, electricista de la zona y su amigo que participó en la reunión en el Xanadú de la madrugada del sábado junto a Jaitt, el productor de espectáculos Raúl Velaztiqui Duarte -amigo de Jaitta-, Gaspar Fonolla, otro empresario amigo suyo y Luana M., una prostituta de 19 años de edad.
La entrada del salón Xanadú clausurado mientras era inspeccionado por Policía Científica (Franco Fafasuli)
Entonces, Rigoni declaró. “Mi amigo Gaspar, cuando se enteró que venía Natacha Jaitt me dijo ‘con esta o la podés pegar o te hundía’ o algo así, porque ella tenía fama de quilombera y falopera”, aseguró. Apuntó que “Voltio” salió a comprar “dos o tres bolsitas de cocaína”, que de esa droga consumió Natacha, que venía para hablar de negocios con Velaztiqui Duarte, hacer una fiesta en el Xanadú “muy cool, con valet parking”.
Jaitt “llegó de entrada recontra acelerada, ella ni comió sushi, estaba muy drogada, desde el momento que llegó la noté acelerada, hablando a mil, exaltada, y visiblemente bajo los efectos de la cocaína, lo que puedo notar por mi propia experiencia”, afirmó.
Luego, Rigoni encontró a Jaitt en la suite del lugar: “Yo me acerqué a ella, me acosté a su lado y, sin mediar palabra, le toqué un poco la vagina, le pedí si me la chupaba un ratito, pero ella no me contestó, se quedó quieta, con la boca abajo con la cara hacia un costado, así que pensé que se había dormido, por lo que me retiré despacito”.
Poco después, el empresario volvería a la habitación para encontrarla muerta. Fonolla, Voltio y Luana dejaron el lugar, Rigoni se quedó con Velaztiqui Duarte y llamó al 911.
Hoy, el empresario, importador de material vial, se refugia en la casa de un familiar y espera, según apuntan fuentes cercanas. La preocupación de su familia es central: lo creían alejado de las drogas, “ahora hay que mantenerlo apartado de cualquier ambiente promiscuo”, dice un íntimo.
Ulises Jaitt, hermano de la actriz, cargó contra él en un tuit tras leer su declaración completa en este medio. “La podrías haber salvado llamando a la ambulancia en ese momento, ¡hijo de puta!”
Rigoni no le teme a Ulises, no precisamente, no tiene miedo a una carga mediática en su contra. En sus cálculos privados, Rigoni tiene miedo de terminar imputado por la muerte de Jaitt, una idea que ronda en su cabeza.
El abogado que lo asesora no cree que será imputado; Rigoni puso a disposición las cámaras de seguridad del Xanadú que lo muestran, por ejemplo, intentando reanimar a Jaitt y entrando y saliendo de la habitación.
Mientras el entorno de Natacha señala supuestas contradicciones en las declaraciones testigos, el procurador provincial Julio Conte Grand señala a Infobae: “En una causa caratulada como ‘averiguación de causales de muerte’ no corresponde descartar ninguna hipótesis hasta que la prueba que se recabe defina carátula o cierre”.
Sin embargo, las declaraciones de Conte Grand son de tono general: no hay nada concreto para sospechar por el momento. Al final del sábado luego de una extensa jornada de pericias y declaraciones, el fiscal Fitipaldi consideraba que las declaraciones coincidían entre sí y no tenía motivo para desconfiar, al menos hasta ese entonces.
La agencia Télam apunta que Beatriz Molinelli, fiscal general de San Isidro, ordenó crear un equipo especial de fiscales para el caso: además de Fitipaldi el fiscal Cosme Iribarren de Don Torcuato y Diego Callegari de la UFI de Violencia de Género de Tigre.
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