Juicios, crisis y una interna familiar marcaron el final de Bambi, un emblema de Colegiales

Durante 55 años fue una opción confiable a la que concurría todo el barrio, pero en octubre de 2018 cerró sus puertas.

Cuando nació Roberto Ragazzi, en el año 1965, su familia ya tenía un almacén y bar en la parte de adelante de su casa de la esquina de Freire y Virrey Avilés, en Colegiales. El negocio se llamaba “Bambi” y era propiedad de su padre y de su tío, aunque con el tiempo se convirtió en un restaurante compartido entre él mismo y su primo.

Ese local cerró sus puertas en octubre de 2018, pero Ragazzi aclara que no fue una víctima más de los avatares económicos. “Crisis sobrevivimos bastantes. Pasamos la del ’75, el Rodrigazo, la de Martínez de Hoz, las de Alfonsín y Menem, la del 2001 y todas las que vinieron después. La causa básicamente fue un poco por agotamiento mío”, explicó el dueño de “Bambi” a minutouno.com.

“Estaba muy cansado porque estaba de lunes a lunes. Todos los días eran iguales, solamente no abríamos el domingo a la noche y el lunes a la noche. Esos eran mis dos momentos libres de la semana”, convino el empresario de 53 años.

La empresa familiar mutó a través de los años: en 1988, recuerda Ragazzi, su padre y su tío comandaron la ampliación del bar y se suprimió la parte del almacén porque dos cadenas de supermercados se habían instalado en la zona. “De a poco empezamos a dar un poco de comida y después devino en un restaurante pura y exclusivamente en el año 1997”, relató el dueño de Bambi.

El negocio llegó a tener 20 empleados en 2006, una vez que el padre y el tío de Ragazzi se retiraron, así como también su madre, que también trabajó en el negocio familiar. El hombre quedó con su primo a cargo del local, y cuando éste murió en 2010 toda la responsabilidad recayó sobre él.

“Imaginate quedarse solo: no había domingos, cumpleaños, fue agotamiento mío, y que en un momento tenía que separar las cosas con la viuda. Apareció un comprador y se vendió”, sintetizó.

“Yo si quiero puedo volver a abrir Bambi, pero no tengo la menor gana. Me cansé. Lo que me cansó fue que desde el año 2002 al 2015 tuve 16 juicios laborales. Uno de esos fue la causa de la muerte de mi primo. Fue de un mozo. En primera instancia salió a favor nuestro porque él había presentado un esquema de testigos bastante dudoso, pero en la Cámara lo dieron vuelta de una manera muy rara”, recordó Ragazzi.

“Eso nos llevó a un juicio que nos costó unos 60 mil dólares en 2007. Una fortuna”, afirmó el empresario. Con ese monto por pagar y una merma en el consumo a partir de 2008 se empezó a juntar su deuda en la AFIP que hoy califica como “impagable”.

“El ajuste es el siguiente: pago a empleados, pago proveedores, pago tarifas y no pago impuestos. Lamentablemente es así y eso te lleva a una morosidad con AFIP. La deuda no quedó resuelta porque es impagable. En el 2012 se me cayó una moratoria. Porque teníamos que pagar los 60 mil dólares del 2007 y los bancos no te perdonan”, contó.

“A mí me gustaba el trabajo en el restorán. Nací atrás del mostrador. Lo que pasa es que llega un momento en que lo detestás. Cuando vos trabajás y metés mucho esfuerzo y te pasa lo que te pasa, llegás a decir ‘basta, yo no quiero saber más nada’. Entonces apareció justo este comprador y vendí”, remató.

Pero Ragazzi se guardó una carta bajo la manga: “Me saqué de encima las cosas, pero algunas me las quedé porque tengo la idea de hacer algún emprendimiento solo, pero no fijo sino algún evento esporádico. Un amigo tiene una casa linda en Tigre y tenemos la idea de trabajar un poco en eso“, deslizó.

Entonces, ¿vuelve Bambi? “Quizás sí, pero ahora es muy pronto para decirlo. Es como cuando te peleaste con tu pareja y no la querés ver ni en la sopa. Después con el tiempo le tomás un cariño. Esto me parece que es algo parecido. Pero no es un cierre por la crisis. Obviamente el trabajo no estaba exactamente igual, pero no fue eso”, aseguró Ragazzi.